viernes, 21 de abril de 2017

No hay tanto éxito como parece...y más mediocridad que la que se muestra

El éxito está sobrerrepresentado en nuestra imaginación y, por el contrario, el fracaso está infrarrepresentado, escondido y fuera de todas las conversaciones, publicaciones e imágenes.

¿Y eso, qué quiere decir? Que hay menos casos y gente de éxito de lo que creemos, y más fracaso y debilidad de la que podemos imaginar. Pero el éxito siempre consigue sacar más la cabeza y ser más visible que el fracaso.




¿Y porqué es así?


Las personas necesitamos valorarnos y sentirnos valorados de forma desesperada y constante. 

Todas las personas que conocemos, con las que tratamos, o que vemos por los medios, o las empresas y representantes políticos, tratan siempre de exhibir sus fortalezas siempre que pueden, aquellas que les proporcionarán opiniones positivas sobre ellos, aunque sea exagerando o mientiendo. 

En cambio, nuestros puntos débiles, que los tenemos, y que creemos que van a perjudicar nuestra imagen, son obviados y explicados en voz baja, de manera confidente, a personas especialmente autorizadas a ello. 




Fracasos no publicables


¿Imagináis una empresa haciendo publicidad sobre lo mal que trata y remunera a sus empleados o las malas críticas recibidas por parte de sus clientes sobre las deficiencias de calidad de sus productos?

¿Imagináis un resumen de Linkedin diciendo "no soy muy trabajador y soy una persona molesta con la que es difícil trabajar"?

¿Imagináis que alguien en Facebook publica esta espléndida cena?





Fliparíamos si vieramos estas cosas, pero lo cierto es que son hechos normales, lo que no es normal es que sus protagonistas las expliquen.




El fracaso nos hace sentir solos...aunque no debería


La consecuencia de todo esto es que cuando nos va mal nos sentimos solos, como si sólo nos pasara a nosotros, como si fueramos unos desgraciados en un mundo donde las cosas van bastante bien. 

Pero si algo nos va mal, posiblemente no será demasiado anormal. Habrá mucha gente con los mismos problemas y con la misma incapacidad para superarlos, pero no lo publicará en Facebook, ni en Linkedin ni lo comentará en una cena de amigos, y nosotros tampoco, claro.

Si nos animaramos a explicar más a menudo aquello que no hacemos bien o que no nos va bien, igual se volvería más sencillo eso de fracasar.